El origen de la botella de vino

Desde los fenicios hasta nuestros tiempos el vino, su método de conservación y transporte han cambiado y evolucionado, por eso hoy es posible disfrutar en las mesas de todo el mundo de esta espléndida bebida en su inseparable compañera, la botella de vidrio. Los orígenes de la botella de vino son tan fascinantes como el exquisito líquido que resguarda.

El vino, antiguo compañero de las celebraciones del hombre

El vino siempre fue consumido por el hombre para realizar rituales y celebraciones muchos siglo antes de la creación de la botellas, ni siquiera el vidrio se había inventado cuando ya el vino se producía y se envasaba, primero en ánforas de barro y, más tarde, a partir de la época romana, las barricas de madera se constituyeron en la mejor manera de conservar y transportar este licor desplazando en menos de doscientos años a los envases de arcilla, barro y cuero que se usaban para tal fin.

El vidrio tiene una larga historia, en la antiguedad los egipcios y fenicios ya conocían las técnicas para elaborarlo, luego los griegos y romanos aprovecharon este conocimiento para crear sus propias piezas con este material, pero fueron los venecianos quienes llevaron la elaboración del vidrio a otro nivel, desarrollando nuevas e innovadoras técnicas que les permitieron elaborar verdaderas piezas artísticas además de prácticas. Vasijas, adornos, lámparas y por supuesto botellas eran artículos muy preciados por la aristocracia europea del Renacimiento.

La botella de vidrio y el vino, compañeros inseparables

En su momento la creación de la botella elaborada en vidrio se consideró como un invento revolucionario, su apariencia y características eran fascinantes.

Las primeras botellas elaboradas de manera artesanal no tenían la forma que hoy conocemos, en un principio las botellas eran redondeadas y sus paredes mucho más delgadas, ya que el método de producirlas era con la técnica del vidrio soplado, es decir, se tomaba una porción de vidrio fundido y por medio de un largo tubo se soplaba aire para crear una especie de burbuja de vidrio a la cual se le daba la forma requerida antes de que se enfriara.

Un tiempo más tarde, con el aumento del consumo de bebidas espumosas como la sidra y el refinado champagne, los fabricantes se vieron en la obligación de mejorar sus procesos para crear botellas más resistentes a la presión del gas que generaban las burbujas dentro de las botellas, algo que es característico de esta clase de bebidas, y solo fue hasta el siglo XVIII que las botellas se hicieron más alargadas y menos frágiles, tal como las conocemos hoy día.

Desde entonces las botellas de vidrio y el vino han sido inseparables, ya que a pesar del peso y la fragilidad de las botellas, los productores se dieron cuenta que el vidrio poseía características esenciales para la conservación del licor ya que permitía preservarlo durante períodos más prolongados; facilitando su traslado, prestación, consumo, en incluso con el pasar del tiempo mejorar las características de aroma y sabor del producto que contenían.

Cuando algunos vinos son almacenados por largo tiempo, ocurren procesos químicos en los que los ácidos y los alcoholes reaccionan y se descomponen en esteres y aldehídos, desarrollando diferentes aromas y asentuando los sabores en la medida en que envejece producto.

750ml. de puro sabor

Existen algunas teorías del por qué la capacidad de 750ml. de las botellas, se dice que para los romanos del primer siglo la cantidad diaria de vino que se debia consumir mezclado con agua era de 750ml. por persona. Otra teoría data de cuando en Venecia se elaboraban botellas con la técnica de vidrio soplado, los sopladores de  aquella época podían solo fabricar botellas con capacidad de entre 700 y 800ml con un solo soplido, ya que al inalar aire de nuevo para hacerlas más grandes demoraría mucho y haría más trabajoso el proceso.

Datos curiosos

Fue en el año de 1821 cuando H. Ricketts & Co. Glass Works Bristol presento su método de fabricar botellas de vidrio de forma mecanizada y fue así como se dio origen a la botella de vino que todos conocemos y podemos comprar en cualquier supermercado.

La medida de 750ml. se estandarizó en el año de 1970 por medio de un tratado internacional. Desde luego, han aparecido diferentes formatos como la jumbo y botellas de otras capacidades pero estas han surgido por cuestiones de simple mercadeo, sin relevancia alguna.

Fue por el año de 1680 cuando el monje benedictino, Dom Pierre Pérignon, descubrió que el corcho de alcornoque es la forma más efectiva para colocar una tapa a las botellas de champagne para evitar que estas no se reventaran por la acumulacion del gas en su interior y desde entonces se usa.

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